Trump vs. el establishment: ¿realmente una ruptura?
Se acusa a Trump de racista, misógino o autoritario, como si estas características fueran una anomalía en la historia de EE.UU. Pero ¿dónde estaban esas críticas cuando Obama deportó a más de 3 millones de migrantes (Deporter-in-Chief), cuando Biden ampliaba el presupuesto militar, o cuando Clinton desmembraba Yugoslavia? La diferencia no está en los crímenes, sino en la sutileza: Trump dice en voz alta lo que otros presidentes hicieron en silencio.
Las bases militares: el elefante en la habitación
Numerosas bases militares tiene EEUU en toda Europa. España alberga bases estadounidenses como Rota o Morón, desde donde se han coordinado intervenciones en Oriente Medio y África. Estos enclaves son símbolos de la sumisión de los gobiernos europeos al poder de Washington, algo que ni la izquierda institucional ni los medios mainstream cuestionan. ¿Por qué el escándalo solo surge cuando Trump habla de "América primero", pero no cuando Biden usa esas mismas bases para imponer sanciones a medio mundo?
La UE: el "imperio benevolente" que saquea igual que EE.UU.
La Unión Europea se vende como un proyecto de paz y cooperación, pero su política económica es tan depredadora como la de Washington:
- "Austeridad" impuesta a Grecia y España.
- Acuerdos neocoloniales con África (como los pactos migratorios que expolian recursos a cambio de "ayuda").
- Complicidad con guerras, como el apoyo alemán o francés a la OTAN en Libia. Armamento a Israel para el genocidio del pueblo palestino.
Quienes denuncian a Trump pero callan ante Macron o Scholz son cómplices de un doble rasero: el imperialismo "civilizado" sigue siendo imperialismo.
El cambio de presidente no cambiará el sistema
La obsesión con derrotar a Trump ignora lo esencial: el problema no es un hombre, sino una máquina de dominación global que funciona igual con demócratas o republicanos. ¿Acaso Biden detuvo el apoyo a Israel? ¿Dejó de presionar a América Latina? La solución no está en cambiar al titiritero, sino en cortar los hilos.
Romper el espejismo
La crítica a Trump es necesaria, pero si no se extiende al sistema que lo produjo —y a quienes lo financian, desde Wall Street hasta Bruselas—, no es más que hipocresía. Mientras se silencian los crímenes de los "presidentes aceptables" y se normaliza la ocupación militar del mundo, la indignación selectiva solo sirve para mantener el statu quo.
La decadencia del capitalismo occidental y sus líderes grotescos
La elección de figuras como Donald Trump, Javier Milei o Benjamin Netanyahu no es un accidente histórico, sino el síntoma de un sistema en putrefacción. El capitalismo occidental, agotado tras décadas de explotación y crisis cíclicas, ya no puede producir líderes con proyecto de futuro, sino caricaturas reaccionarias que encarnan su miedo a perder la hegemonía global.
El circo como estrategia de supervivencia
Trump, con su nacionalismo vulgar; Milei, con su anarcocapitalismo de panfleto; o Netanyahu, con su belicismo genocida, comparten un mismo ADN político: son distractores diseñados para ocultar el colapso de un modelo que solo ofrece desigualdad, guerras y caos climático. Su función no es gobernar, sino polarizar. No son líderes, sino payasos armados hasta los dientes.
Occidente ya no exporta "democracia", sino fascismos low cost. Ya no vende el "sueño americano", sino el pánico al Sur global. Por eso recurre a estos personajes: porque en su desesperación por mantener el control, el capitalismo prefiere incendiar el mundo antes que aceptar que su tiempo se acaba.
El fin de una era
La multipolaridad avanza (China, Rusia, los BRICS), el dólar tambalea, y las resistencias populares crecen de Palestina a América Latina. Estos "líderes" son los perros guardianes de un imperio en retirada, que ahora usa la ultraderecha como último recurso. Pero la historia no se detiene: su teatro grotesco solo acelera la conciencia de que necesitamos alternativas anticapitalistas.
Su propia decadencia los delata. Cada Trump incoherente, cada Milei desquiciado, cada Netanyahu bañado en sangre, son la prueba de que el sistema no tiene nada más que ofrecer. Su hora se agota. La nuestra está por llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario