La política de cerco económico, financiero y comercial impuesta por sucesivas administraciones de la Casa Blanca ha afectado las artes visuales, la música, la literatura y la producción cinematográfica, lacerando los significativos aportes que, en beneficio del propio impulso de esas esferas, cada año pudieran tributar importantes y prestigiosas instituciones de la mayor de las Antillas.
Por causa de esa injusta e ilegal postura de Washington, condenada por el mundo en todos los escenarios internacionales, a los músicos, creadores, bailarines, teatristas, y escritores del decano archipiélago del Caribe se les obstaculiza exponer, vender o presentar sus obras en territorio estadounidense.
Asimismo, se les impide recibir ingresos por sus desempeños, y tener acceso a las retribuciones por premios que les son merecidos por entidades culturales norteamericanes, al igual que los relacionados con los derechos de autor.
Pero como si fuera poco, se desatan desde territorio estadounidense perversas y mentirosas campañas de calumnias contra renombrados artistas cubanos que con valentía permanecen en su Patria a pesar de las limitaciones que padecen por el criminal cerco.
Otros, los menos, que han decidido abandonar su tierra por diversas razones, entre ellas la económica, son manipulados y utilizados por mafias asentadas en Miami como puntas de lanzas para deschabar de su país.
Al mismo tiempo, el asedio de los gobernantes de Washington ha sido cada vez más feroz contra los profesionales de las artes de EE.UU. que tienen intenciones de visitar Cuba para sostener intercambios o encuentros con sus colegas de la isla.
No obstante los daños que le ha ocasionado el bloqueo, la mayor de las Antillas es admirada por continuar siendo una potencia cultural en Nuestra América y a nivel global, gracias a los esfuerzos realizados por su Revolución, y a la persistencia y calidad de sus reconocidos exponentes.
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