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Presidente cubano acoge en La Habana a creadores de monumento a Fidel.
El bloqueo es una herramienta para someter.
«Ningún país del mundo tiene derecho a someter a otro». Así lo sentenció ayer, en conferencia de prensa matutina, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al criticar una vez más el bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba, como causa fundamental de la situación que atraviesa la Isla, y estímulo de la migración de sus nacionales por vías irregulares y peligrosas que incluyen el tránsito por ese país.
Expresó que esa política no solo pasa por encima del derecho internacional, también es una violación a los derechos humanos, una vía para que el pueblo no tenga los elementos básicos para vivir, y se desate una guerra interna que provoque una destitución del Gobierno, dando brecha para que otra nación pueda dominar el país.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel
Piden firmeza de Francia ante extraterritorialidad del bloqueo a Cuba.
Declaración final del Segundo Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba en Europa.
Como en el Primer Encuentro Internacional de Sevilla, hemos hecho una fuerte e histórica denuncia al bloqueo criminal impuesto a Cuba por los Estados Unidos. Estrechamos nuestros lazos de amistad con los delegados de los diferentes países, volviendo por los caminos del humanismo y el antimperialismo de Martí y de tantos revolucionarios que han defendido la idea del bien común con su rebeldía y su sacrificio. Muchos de los presentes dieron fe de su solidaridad con Cuba, de los lazos afectivos que los unen a ella, del ejemplo que ha sido Cuba en el vasto y muchas veces difícil terreno de la solidaridad a nivel mundial y como país que inspira fuerza y esperanza al resto del Tercer Mundo desde el triunfo de su Revolución.
"La hermandad entre Cuba y Europa: una historia de herencias y confluencias”. Por Patricia Pérez
Cuando en diciembre de 1511 Fray Antonio de Montesinos realizó su valiente sermón en Santo Domingo (“[…] todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes”[1]) desde la caridad y la justicia, contribuyó a sentar las bases para un mayor reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en América y pagó con su vida la denuncia de la esclavitud y las atrocidades cometidas en nombre de la colonización. Sin detenerme ahora en la carga de violencia que acarreó este periodo común a la historia de ambos continentes, pondero la relación ética que nos une a Europa, a su humanismo y su ejemplo, a nombres como el de Fray Bartolomé de Las Casas o Michel de Montaigne, opositor al saqueo de lo que se llamó el Nuevo Mundo a la par de Montesquieu, que como Voltaire, fue un antiesclavista militante y denunció la brutalidad de los europeos con los indios, el racismo que justificaba la trata de negros y la impiedad de quienes se hacían llamar cristianos.