Por: Héctor Bernardo.- Las medidas que componen el bloqueo comercial, económico y financiero que unilateralmente y de manera ilegal Estados Unidos ha lanzado contra el pueblo de la mayor de las Antillas desde hace ya seis décadas, se acentuaron durante el gobierno de Donald Trump y se sostienen – y profundizaron - durante el gobierno de Joe Biden.
Durante su campaña electoral, Biden había prometido deshacer las medidas tomadas por Trump contra Cuba. Eso le generó el apoyo de un amplio sector de los residentes cubanos en ese país que reclaman hace años el fin de esa política y que, incluso, salieron a las calles a festejar cuando el expresidente Barack Obama anunció el restablecimiento de las relaciones con la isla. Hasta el momento, el voto de toda esa comunidad ha sido traicionado.
El mandatario norteamericano no solo mantiene las medidas implementadas por Trump: la actitud contra el pueblo de la isla sigue siendo sumamente agresiva y ni siquiera se restableció el funcionamiento de la Embajada norteamericana en La Habana (sede diplomática que había sido reabierta por Obama y cerrada por
Trump).En más de una ocasión, sectores de la dirigencia norteamericana han admitido públicamente que el bloqueo tiene como fin asfixiar al pueblo, para generar caos social y provocar un cambio de gobierno y de sistema político (lo que se suele resumir con la idea de cambio de régimen).
Durante décadas, las políticas de Washington contra la isla han causado cuantiosas pérdidas económicas, han frenado el potencial desarrollo de ese país y han provocado – de manera directa o indirecta – la muerte de muchísimas personas.
El bloqueo ha sido rechazado por la comunidad internacional en numerosas oportunidades. Por veintinueve años consecutivos las Naciones Unidas ha aprobado, por abrumadora mayoría, el reclamo cubano de poner fin a esa política criminal. Este año 184 países votaron poner fin al bloqueo, tres países se abstuvieron y solo dos votaron contra la resolución (Estados Unidos e Israel).
Sostener esas políticas en época de pandemia implica el desabastecimiento de medicamentos e insumos básicos requeridos para que la población cubana pueda enfrentar al virus que asola al mundo entero. Solo por dar algunos ejemplos: se le impidió a la isla la compra de respiradores y se obstaculizó la llegada de medicamentos para combatir la fiebre y la adquisición de jeringas.
La definición más clásica de “crímenes de lesa humanidad” indica que se trata de “aquellos delitos especialmente atroces y de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometidos para aplicar las políticas de un Estado o una organización”.
No caben dudas que el bloqueo - y más aún en el marco de la pandemia – conforman delitos de lesa humanidad. Crímenes que se suman a una lamentable y larga lista de delitos que Estados Unidos ha cometido contra la Humanidad.
Por ello, durante su intervención en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, señaló: “Bajo el liderazgo y con la instigación permanente de los Estados Unidos se está promoviendo un peligroso cisma internacional”.
Díaz-Canel aseguró que “con el pernicioso uso y abuso de las medidas de coerción económica, devenido en instrumento central de la política exterior de los Estados Unidos, el gobierno de ese país amenaza, extorsiona y presiona a Estados soberanos para que se pronuncien y actúen contra aquellos que identifica como adversarios”.
En la misma línea, retrató: “Exige a sus aliados construir coaliciones para derrocar gobiernos legítimos, incumplir compromisos comerciales, abandonar y prohibir determinadas tecnologías, y aplicar medidas judiciales injustificadas contra ciudadanos de los países que no se les someten”.
“Suele usar el término ‘comunidad internacional’ para definir al pequeño grupo de gobiernos que acompaña, sin cuestionar jamás, la voluntad de Washington. El resto de los países, la inmensa mayoría de esta organización, parece que no tenemos cabida en la definición de "comunidad internacional" que preconiza Estados Unidos”, dijo.
“Es un comportamiento asociado a la intolerancia ideológica y cultural, con una marcada influencia racista y propósitos hegemónicos. No es posible ni aceptable que se identifique el derecho al desarrollo económico y tecnológico de una nación como una amenaza; como no es posible cuestionar el derecho de todo Estado a desarrollar el sistema político, económico, social y cultural soberanamente elegido por su pueblo”, explicó.
Y profundizó: “En pocas palabras: hoy estamos asistiendo a prácticas políticas inaceptables en el contexto internacional, que van contra el compromiso universal de defender la Carta de las Naciones Unidas, incluido el derecho soberano a la autodeterminación. Estados independientes y soberanos están siendo conducidos bajo múltiples presiones para subordinarse a la voluntad de Washington y a un orden basado en sus reglas caprichosas”.
En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el funcionario recordó que “durante más de 60 años el gobierno de Estados Unidos no ha cesado, ni un minuto, en sus ataques contra Cuba; pero en este momento crucial y desafiante para todas las naciones, su agresividad supera los límites”.
Para Díaz- Canel, “el más cruel y prolongado bloqueo económico, comercial y financiero que se haya aplicado contra nación alguna se ha recrudecido de modo oportunista y criminal en medio de la pandemia, y la actual administración demócrata mantiene vigentes, sin cambios, las 243 medidas de coerción adoptadas por el gobierno de Donald Trump, incluyendo la incorporación de Cuba a la espuria e inmoral lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo”.
“Es en ese contexto que se lanza contra nuestro país una Guerra No Convencional, a la que el gobierno estadounidense dedica, de manera pública y notoria, fondos multimillonarios, mediante campañas de manipulación y mentiras, que emplean las nuevas tecnologías de la información y otras plataformas digitales para proyectar interna y externamente una imagen absolutamente falsa de la realidad cubana, sembrar confusión, desestabilizar, desacreditar al país y justificar la doctrina de cambio de régimen”, recalcó.
Díaz-Canel declaró que “todo lo han hecho para borrar a la Revolución Cubana del mapa político del mundo. No aceptan alternativas al modelo que conciben para su patio trasero. Su plan es perverso e incompatible con la democracia y la libertad que preconizan”.
“Pero nuestros enemigos deben tener claro que no entregaremos la Patria y la Revolución que varias generaciones de patriotas nos legaron de pie. Hoy quiero reiterar, ante la respetable y real comunidad de naciones que cada año vota de forma casi unánime contra el bloqueo, lo que expresara hace unos años el General de Ejército Raúl Castro: Cuba no le teme a la mentira ni se arrodilla ante presiones, condicionamientos o imposiciones, vengan de donde vengan”, concluyó.
Revista 2016.ar
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