Por Atilio Borón.
Julian Assange ha llegado a la ciudad de Saipán, en el territorio estadounidense de las Islas Marianas para formalizar el acuerdo de culpabilidad pactado con el Gobierno de Estados Unidos. Assange estuvo siete años refugiado en la embajada de Ecuador en Londres durante la presidencia de Rafael Correa. Pero en abril del 2019, el traidor Lenín Moreno lo entregó a la policía británica destruyendo con tan indigno acto la honorable tradición del asilo latinoamericano. Este fue para Assange el punto de partida de un calvario de cinco años transcurridos en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, sometido a un régimen durísimo concebido para penalizar a terroristas o feroces asesinos.
Ese es el trato que las autoridades británicas le otorgaron a quien cometió el imperdonable pecado de exponer los crímenes del imperio y el precio que Assange tuvo que pagar para evitar la extradición a Estados Unidos, donde enfrentaba una posible condena de hasta 175 años de prisión por Publicar documentos clasificados que expusieron las atrocidades que las tropas de Estados Unidos cometieron en Irak y Afganistán.
La filtración fue obra de la exanalista del ejército Chelsea Manning razón por la cual fue condenada a 35 años de prisión, pero al cumplir poco más de siete años de prisión el presidente Barack Obama le otorgó el indulto y quedó en libertad. Assange, por lo tanto, no robó documentos secretos del gobierno de Estados Unidos, cosa que sí hizo Manning, sino que con un sano criterio de propiciar la difusión de información verdadera se limitó a hacerlos llegar a algunos de los principales periódicos de Occidente.
El acuerdo al que se llegó con los fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos requiere que Assange se declare culpable por haber incurrido en el delito de espionaje -tal como lo estipula la Ley de Espionaje de 1917- por conspirar para obtener y difundir ilegalmente información. clasificada relacionada con la defensa nacional de Estados Unidos. lo que comporta una pena de 62 meses de prisión. Luego de presentarse ante el tribunal estadounidense en Saipán y dejar sentado su culpabilidad, Assange reemprendió vuelo rumbo a Camberra, donde al momento de publicar esta nota ya fue recibida por sus familiares, amigos y activistas de su causa.
Algunos analistas estadounidenses sostienen que dado que el periodista australiano ya estuvo encarcelado en Inglaterra por poco más de cinco años, su condena podría darse por cumplida y el caso podría ser cerrado. Y aunque es un ciudadano australiano, también es consciente de que las autoridades de su país se preocuparon poco o nada por su suerte durante tantos años. ¿Estarán ahora en condiciones de garantizar su seguridad?, sobre todo cuando Australia se ha convertido en una gigantesca estación de la CIA, como lo demostró la serie Pine Gap, de la Televisión Australiana (luego difundida por Netflix). Creo que, al igual que hizo Edward Snowden, lo mejor que podría hacer Assange sería buscar refugio en Rusia porque su situación en Australia podría dejarlo en la total indefensión ya merced de sus enemigos encerrados. Por supuesto, los autores de los crímenes perpetrados por los estadounidenses no han sido alcanzados por la justicia de ese país. Washington prefirió perseguir a los que denunciaron, no a los que cometieron.
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