Palabras de José Luis Fariñas para la emisión de Europa x Cuba “Los intelectuales y la Revolución Cubana”, del domingo 24 de enero de 2021.
No cabe duda de que hoy Cuba porta una luz de la más alta y densa singularidad; que Cuba y la Revolución son una misma cosa y que, necesitada de combatir toda clase de enemigos, indignos siquiera de ser llamados como tal, solo cabe pensarse en una nueva época de intensa lucha (la odisea no termina —Ítaca es Odiseo), una lucha de resistencia no pasiva, de no adormecernos con el viento entre los brazos.
La contienda económica es esencial, pero la batalla espiritual es la más urgente, la que se debe librar minuto a minuto desde nuestras almas, de adentro hacia afuera, para salvar la más clara luz de Cuba, el alma siempre encantada de la isla, ese sol de la profundidad de la tierra. También creo que, en determinados momentos, la mejor defensa es el ataque y que la urgencia del momento que vivimos exige una acción limpia y decidida, salida del alma, no del brazo ciego, porque es una obra, esta obra nuestra de la Revolución, algo que está en constante cambio, una obra en pleno renacimiento porque es una obra viva como debe ser toda gran obra de creación, ya sea alquímica, poética o intensamente humanista. Es esa batalla por el alma individual y colectiva, la que podrá, más que cualquier otra, dejarnos sembrar y abrir camino limpio y puro en medio de la accidentada selva que estos tiempos levantan a nuestro alrededor. Y cito aquí a Martí: «esta no es la revolución de la cólera sino de la reflexión. Solo la meditación severa y el fino juicio desvanecen los fantasmas que forjan la ignorancia pretenciosa y el tembloroso miedo».
La Revolución es nuestra piedra filosofal, nuestra gran alquimia de hombres y de estrellas, como nos lo demostraron con sus vidas ejemplares tanto Fidel como Chávez y Raúl, y también como nos lo han enseñado en su lucha diaria nuestros hermanos y maestros Roque Dalton, Antonio Guerrero y sus compañeros, nuestros cinco héroes y Percy Alvarado Godoy, hombres de acción nacida del alma, de esa cosecha del pensamiento urgente y a la que tantas vidas y esperanzas le debemos. Creo, y cito otra vez a Martí, que «Hoy tenemos en Cuba el sentido de nuestros destinos y obramos con él», pero debe primar la meditación firme y clara, el pensamiento y la transparencia del sueño, y la lucidez honrada, que son la espada del alma, con el corazón dispuesto a todos los reveses y a levantarse sin reposo, porque somos herederos de un largo camino de épicas victorias. La leyenda está viva, no dejemos que repose o se adormezca y que, mucho menos, muera.
No existe la gloria fácil, por eso creo que, si en este tiempo árido y hostil prima en nuestro espíritu la claridad de pensamiento, saldremos de ello necesariamente más fortalecidos. Esa luz que sostuvo a Martí y a Chávez o a Mandela, tanto en el camino como en sus días de presidio, es hoy la misma que en medio de oscuras amenazas debemos hacer crecer en nosotros para que el alma siga en pie, aun cuando deban caer, una vez más, nuestros cuerpos. No se trata simplemente de sobrevivir, porque sin honra no se puede tener ni claridad ni vida verdadera. El futuro es ahora, sucede en el horno del alma. Y Gandhi enseñó que la paz y el alma se levantan y actúan con más intensidad que cualquier sombra de hierro; son cosas que hay que recordar, que actualizar día a día, como también y tanto hizo Chávez quien actuó, y mucho, con la palabra del espíritu. Quisiera aquí sugerir que debemos releer todos, como un himno grande americano, ese libro sobre la vida y la entereza, que se titula Cuentos del arañero, escrito, como pocos, con la punta más sonora del corazón.
Afortunadamente, con su ejemplo grande, Díaz-Canel y Raúl nos guían en la contienda actual y saben que hay momentos en los que el pensamiento y el espíritu adquieren la dureza sagrada de la acción más transparente, que estamos ya en uno de esos espacios de combate en los que el alma lúcida tiene que situarse allí donde antes estaban las espadas y los fuegos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario