Aniversario de la caída en la lucha de Noel Fernández Pérez

CAMAGÜEY.- Como un rápido suspiro aconteció la vida del combatiente de la clandestinidad, Noel Fernández Pérez. Cumpliría sus 23 años el 26 de septiembre de 1959, pero justo cuando ejecutaba su último servicio a la causa revolucionaria los azares de un fuego cruzado le acortaron su existencia. Joven, sí, pero con los verdaderos ideales de quienes desean a su Patria libre.

Uno de sus mayores paradigmas fue Ignacio Agramonte Loynaz. No es de extrañar que el carisma y el espíritu valeroso del protagonista del combate de Cocal del Olimpo, haya infundido en él la inspiración suficiente para encarar los peligros que entrañaría el ser un miembro activo de la Juventud Ortodoxa, primero, y luego del Movimiento 26 de Julio (M-26-J).

“La audacia, el constante desafío al peligro caracterizaron su actuar revolucionario: Colocó la bandera del M-26-7 en la iglesia de La Caridad. Para conseguir armas desarmó a nueve policías en una semana. Participó en sabotajes en centros recreativos, en el Casino Campestre y en el callejón El Ángel, así como en el incendio de varios ómnibus (...)” refieren las historiadoras Edelmira Rodríguez Portal y Beisis María Morales Quiroz en el artículo Noel Fernández: con los ojos siempre claros en el futuro.

Destacan también las investigadoras su rol fundamental en el traslado de integrantes del M-26-7, desde la La Habana, hasta la Sierra Maestra y la quema en la Audiencia de Camagüey de más de 8 mil causas, de los archivos del Tribunal Provincial, que materializó el 2 de marzo de 1958, con el respaldo de Alfredo Arana, Osvaldo Marrero, Roberto Coello, José Antonio Morfa, Chichí Varona, Rolando y José Quesada y Gladys Castañeda.

Hay algo en la estampa de Noel que nos traslada hasta la imagen de El Mayor, como la tropa de Ignacio lo llamaba con respeto. Más que las semejanzas en la fineza de los bigotes o el porte atlético de ambos, nos lo recuerdan sus hazañas en el campo de batalla. Uno, con sus botas sobre la tierra, el otro, pisando el duro asfalto, desandando las laberínticas calles de esta comarca de pastores y sombreros, bajo el acecho constante de los esbirros.

Entre las formidables acciones del Diamante con Alma de Beso, como calificara José Martí a nuestro héroe epónimo, se encuentra el rescate de Sanguily. De manera heroica, los 35 mejores jinetes arrebataron al brigadier de los 120 españoles que lo custodiaban, sin dejar bajas. Noel, designado como Jefe de Acción y Sabotaje en Camagüey, en compañía de los hombres más confiables de su comando, asaltaron al Carro Celular. A par de cuadras de la cárcel de la localidad, el 16 de septiembre de 1958, acontecieron los hechos que permitirían liberar a nueve prisioneros, entre ellos, los revolucionarios Léster Delgado y Alfredo Sarduy.

Por aquellas fechas, el nombre de Noel figuraba en un lugar “privilegiado” de la lista negra de los esbirros. Con el fin de evadir la feroz persecución “se tiñó el pelo de rubio, usaba espejuelos y camisas de mangas largas para ocultar el lunar que tenía en el brazo izquierdo”, apuntaron las especialistas Edelmira y Beisis.

Como le ocurrió al Bayardo de Camagüey, la muerte lo sorprendió en plena lucha, en su caso mientras se disponía a realizar un sabotaje a la antigua planta eléctrica de este territorio, el 30 de octubre de 1958. La bala perdida de uno de sus compañeros, lamentablemente, alcanzó su cabeza y luego se silenció su alma. A 85 años del natalicio de ese mártir, contamos su historia como si fuera la nuestra y la honramos cuando recordamos la utilidad de su sacrificio.

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