Vida y obra de Alejo Carpentier. A 121 años de su natalicio.

Foto tomada del blog de Ramón Chao
                                                                                                    Foto tomada del blog de Ramón Chao*                            
                             
   "...porque la única raza que está impedida de desligarse de las fechas es
   la raza de quienes hacen arte...".

                                                                                                 Alejo Carpentier.  

                                                                                         


Por Patricia Pérez. -  Alejo Carpentier nació en Lausana el 26 de diciembre de 1904, de un padre arquitecto francés y una madre rusa, profesora de idiomas, que había estudiado medicina en Suiza 
[1]. En 1922 comienza sus estudios de arquitectura en La Habana pero tiene que abandonarlos rápidamente para paliar las dificultades económicas a las que su madre y él debieron enfrentarse después del «desastre familiar», es decir, luego de la partida imprevista de su padre, un elemento que fue determinante en su vida de hombre y de escritor. 

Carpentier deja el espacio del campo habanero a los diecisiete años para instalarse en la ciudad, donde comienza a ganarse la vida en una imprenta como corrector de pruebas. Así, después de haber visto de cerca la miseria del campesinado cubano, conoció el mundo de los obreros y las dificultades de su vida cotidiana en el contexto urbano. Poco tiempo después, en 1922, escribió sus primeros artículos, los que inicialmente fueron publicados con el nombre de su madre: Lina R. Valmont. El primero, titulado «Las dos cruces de madera: leyenda del convento de Santa Clara», con fecha del domingo 5 de noviembre publicado en el diario El País, reconstruye un acontecimiento específico: la visión de La Habana devastada por el huracán del 8 de agosto de 1727 y, en el corazón de la ciudad, los daños ocasionados al Convento de Santa Clara. El segundo artículo publicado en el mismo periódico una semana después lleva igualmente la firma de Lina R. Valmont bajo el título: «Recuerdos de La Habana antigua». Estos dos primeros trabajos, donde mezcla motivos latinoamericanos con los de la literatura grecolatina, dejan ya entrever el sincretismo que caracterizará la escritura de Alejo Carpentier y se intuye además el interés que suscitan en él La Habana y sus aspectos histórico-culturales.

El primer artículo que lleva la firma de Alejo Carpentier salió a la luz el 23 de noviembre de 1922 en el diario La Discusión, bajo el título «Pasión y muerte de Miguel Servet, por Pompeyo Gener». El joven intelectual cubano se dedicó así al periodismo, profesión que ejerció a partir de esa fecha y que nunca abandonó durante su futura vida de escritor. Hacia 1923 entabló amistad con Julio Antonio Mella, con el poeta Rubén Martínez Villena y el ensayista Juan Marinello, tres figuras importantes de la vida intelectual y política de la época, a quienes Carpentier consideró como sus maestros porque fue con ellos «que aprendió a pensar». Integró el Grupo Minorista y participó activamente en el movimiento de vanguardia de finales del decenio de 1920, así como en los movimientos políticos de resistencia a la dictadura de Gerardo Machado. Desde ese entonces, intensificó su trabajo periodístico. Se convirtió en jefe de redacción de una pequeña revista (Órgano de la Unión de fabricantes de Calzado de Cuba) y comenzó a colaborar con el periódico La Discusión en la sección dedicada al teatro, luego con la revista Carteles (hasta 1948), la revista Chic y el diario El Universal. Más tarde, entre 1924 y 1925, escribió artículos para el diario El País, redactó crónicas para la revista Social (hasta 1933) y se ocupó de la sección de espectáculos y conciertos del periódico El Heraldo de La Habana.

En 1926 se produjo un acontecimiento mayor en la vida de Carpentier: su primer viaje a México, el cual le dio la oportunidad de conocer a los pintores muralistas mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco. Ese país, que conservaba aún las huellas de la primera gran revolución del siglo XX, lo conmovió particularmente. Rivera y Orozco influyeron enormemente en la vida y obra de Carpentier, por su manera de utilizar la realidad pasada e inmediata de su país que imprimían en sus frescos, al tiempo que participaban en la vida política de la época que les había tocado vivir.

Alejo Carpentier fue encarcelado por la policía de Gerardo Machado el 9 de julio de 1927, a raíz de la firma del famoso Manifiesto Minorista y por sus actividades políticas en general. Ese mismo año firmó el Manifiesto número 1 del Sindicato de trabajadores intelectuales i artistas de Cuba, destinado a ser publicado en la revista Atuei; dirigió, junto con otros intelectuales, un mensaje al presidente mexicano Plutarco Elías Calles contra la agresión estadounidense (entre los firmantes se encontraban Emilio Roig de Leuchsenring, Rubén Martínez Villena, Eduardo Abela y Carlos Aponte), sin olvidar «Nuestra protesta», manifiesto que firmó el 31 de marzo de 1927 contra la tiranía de Gerardo Machado, en respuesta a la represión desencadenada contra estudiantes cubanos que se oponían a la reelección del dictador. Durante un mes y seis días de cárcel escribió la versión inicial de su primera obra de ficción, Ecué-Yamba-Ó (palabra de origen «lucumí» que Carpentier tradujo por «¡Alabado sea el Señor!» [2]) que se publicó más tarde en Madrid, en 1933 [3]. Logró salir clandestinamente del país en 1928 tras su puesta en libertad bajo fianza en marzo, gracias a su amigo Robert Desnos, representante de La Razón, quien se encontraba en La Habana para participar en un congreso de periodistas. Robert Desnos le prestó su pasaporte y sus otros documentos oficiales del Congreso, para permitirle embarcar en el barco España, que debía llevarlos hasta el puerto de Saint-Nazaire en Francia. Fue así como Carpentier logró huir de la dictadura de Gerardo Machado para exiliarse en Europa.

A pesar de la lejanía, aprovechó aquellos años de exilio (1928-1939) para estudiar el continente americano que impregnó con fuerza toda su obra. Pero, en un primer momento, vivió entre los escritores y artistas del movimiento surrealista de la época, a los cuales pudo descubir en París. Conoció a Louis Aragon, Tristan Tzara, Paul Eluard, Ernest Hemingway y John Dos Passos, así como a los pintores Yves Tanguy, Giorgio de Chirico y Pablo Picasso. Fuertemente influenciado por el surrealismo, colaboró en el periódico Révolution surréaliste, fundado por André Breton. Sin embargo, se distanció rápidamente de esa corriente para interesarse cada vez más por los temas propiamente americanos. 

En París, comenzó a escribir artículos para las revistas de vanguardia Documents y Bifur que dirigió Georges Bataille. En 1931, publicó su primer ensayo «Les points cardinaux du roman en Amérique latine» (Los puntos cardinales de la novela en América Latina) en la revista parisina Le Cahier. Fue redactor jefe de la revista Imán, publicada en español en París. En 1932, dirigió con Desnos y Deharme las emisiones de Radio-Luxemburgo en el Poste Parisien, la radio más importante de la época. En 1933, Carpentier viajó a Madrid para la publicación de Ecué-Yamba-Ó donde cuenta la historia de Menegildo Cué y su familia, los rituales mágicos de los negros de Cuba y su vida en el campo y en la ciudad. En el mes de diciembre de ese mismo año, la editorial Les Cahiers du Sud publicó su novela Histoire de lunes, completamente redactada en francés, bajo la égida de Georges Ribemont-Dessaignes. Carpentier retomó los temas esenciales del afrocubanismo que ya había tratado en artículos publicados en revistas surrealistas (Bifur, Documents) que también se encuentran en Ecué-Yamba-Ó.

Durante su estancia en España, trabó amistad con Federico García Lorca, Rafael Alberti y otros intelectuales españoles. Un breve regreso a Cuba en 1936, antes de volver una vez más a París, fue seguido de un viaje a España en julio de 1937 con motivo del Segundo Congreso Internacional de los escritores para la defensa de la cultura y contra el fascismo. Ese congreso tuvo lugar en tres ciudades republicanas del país: Madrid, Valencia y Barcelona en plena guerra civil. Esa experiencia personal se imprimirá más adelante en la serie de trabajos publicados bajo el título «España bajo las bombas» en la revista Carteles, donde Carpentier describe lo que conoció en el corazón de la España republicana. Tras los dos primeros años de la segunda guerra mundial, describe en la misma revista la decadencia del continente europeo en la serie de crónicas que llevan por título "El ocaso de Europa" (1941). 



                               "El ocaso de Europa VI", Carteles, n°51, 21/12/1941, pp. 36-38 ilus.                             Archivos de la Fundación Alejo Carpentier



En 1939 regresó a Cuba, después de haber trabajado en París desde 1935 para la empresa productora de discos Forniric. En La Habana escribió, produjo y dirigió programas de radio hasta 1945. Fue jefe de redacción de la revista Tiempo Nuestro en 1940 y realizó la adaptación de Don Quijote para la radio cubana. En 1941 se casó con Lilia Esteban, quien fue su mejor colaboradora, y organizó un año más tarde la primera exposición de Pablo Picasso en América Latina. Tuvo lugar en La Habana, con cuadros hasta entonces desconocidos en Europa. 

En 1943, un viaje a Haití en compañía de su esposa y de su amigo Louis Jouvet le permitió descubrir las ruinas de Sans-souci, la ciudadela de La Ferrière, la ciudad del Cabo y el antiguo palacio de Paulina Bonaparte. También recorrieron las regiones costeras, el norte y las mesetas del centro del país. Ese viaje le reveló la intensidad y la fuerza del mundo americano. Dichas experiencias serán el origen de su percepción de lo «real maravilloso», concepto que el autor ya había introducido un año antes en el diario El Nacional de Caracas y que salió a la luz en 1949 en el famoso prólogo de la novela El reino de este mundo. En ese mismo año de 1943 escribió una novela que sigue estando inédita: El clan disperso [4]. En 1944, cuando comenzó la escritura de la primera historia de la música cubana del siglo XVI al XX, escribió crónicas para el diario Información de la Habana y publicó dos cuentos: «Viaje a la semilla» y «Oficio de tinieblas» para la revista cubana Orígenes.


Declaraciones de Alejo Carpentier al periódico El Nacional de Caracas, donde introduce su concepto de lo "real-maravilloso" americano

En Entrevistas, Alejo Carpentier, La Habana, Letras Cubanas, 1985, Compilación, Selección, prólogo y notas de Virgilio López Lemus.



A partir del 21 de agosto de 1945 Alejo Carpentier residió en Caracas, donde aseguró la conducción de programas de radio hasta 1957. También dirigió el Departamento de Historia de la Cultura en la Escuela de Artes Plásticas y, en 1946, su libro La música en Cuba salió a la luz en México. La publicación ese mismo año del cuento «Los fugitivos» en el diario El Nacional de Caracas le otorgó una mención honorífica en el concurso de dicho periódico. En 1947, tras su viaje a las grandes mesetas venezolanas, publicó la primera parte de Visión de América, donde algunos elementos le sirvieron años más tarde para escribir Los pasos perdidos, una novela que pone al continente americano en el centro de su escritura. Luego, emprendió otro viaje al corazón de la selva amazónica (agosto de 1948) en compañía de Tony Blois de Carreño y del musicólogo cubano Hilario González. Quiso conocer el Orinoco y los paisajes guyaneses y venezolanos. Esas experiencias serán también preponderantes para la elaboración de su novela Los pasos perdidos. 

En junio de 1951, Carpentier comenzó a escribir artículos para la sección «Letra y Solfa» del diario El Nacional de Caracas, actividad que continuó hasta 1961. En él publicó más de tres mil artículos sobre temas literarios, sobre música y sobre arte. El cuento «Semejante a la noche» nació en 1952 en Orígenes y, un año más tarde, se publicó en México la novela Los pasos perdidos. A finales de 1955, Alejo Carpentier partió de Caracas acompañado por su esposa Lilia rumbo a París, donde la traducción al francés de Los pasos perdidos (Le partage des eaux) había obtenido el Premio al Mejor Libro Extranjero. Un aterrizaje forzoso les obligó a permanecer una semana en la isla de Guadalupe. Carpentier decidió entonces descubrir a fondo ese pequeño departamento francés de las Antillas. En un restaurante llamado «Pergola du Gosier» conoció fortuitamente a Mario Petroluzzi, nacido en Córcega y apasionado por la historia de esa isla.

Petroluzzi le habló de un personaje histórico cuya existencia Carpentier desconocía, el cual aparecerá en su futura novela El siglo de las luces, publicada en 1962: se trata de Victor Hugues, jefe de corsarios de la región, convencional y antiguo agente del Directorio, portador del decreto de abolición de la esclavitud y de la primera guillotina en el Caribe. En la novela El acoso, publicada en Buenos Aires en 1956, un estudiante que formaba parte del movimiento de oposición política a la dictadura de Machado denuncia a sus compañeros bajo tortura. Una vez puesto en libertad, se esconde por miedo a represalias pero termina siendo abatido en el palco del teatro donde se había refugiado, durante la ejecución de la Tercera Sinfonía (La Heroica) de Beethoven. Dos años más tarde, bajo el nombre de Guerra del tiempo; tres relatos y una novela, Carpentier publica, como su nombre lo indica, tres relatos: «El camino de Santiago», «Viaje a la semilla» y «Semejante a la noche» y la novela El acoso [5]. En 1959 ve la luz en Caracas el ensayo Tristan e Isolda en Tierra Firme (Reflexiones al margen de una representación wagneriana) y su novela El Reino de este mundo es reeditada en México.

Ese mismo año, Alejo Carpentier regresó a Cuba tras el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959. Ocupó entonces el cargo de administrador de la editorial cubana Libros populares de Cuba y el Caribe. Redactó artículos para revistas y periódicos cubanos: El Mundo, Revolución, Granma, Gaceta de Cuba, Unión, Cuba, Islas, Casa de las Américas, Bohemia, Revolución y Cultura. En 1961 fue vicepresidente de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) y en 1962 impartió clases de Historia de la Cultura en la Universidad de La Habana. También en 1962 apareció en México su novela El siglo de las luces, que fue traducida al francés y publicada por Gallimard ese mismo año. Paralelamente, Carpentier se convirtió en el director de la Imprenta Nacional de Cuba donde, en 1963, se editaron más de 16 millones de libros, entre ellos Don Quijote y otras obras clásicas. Ocupó ese cargo hasta el año 1966.

En 1964, su ensayo de reflexiones teóricas Tientos y diferencias se publicó en México, y en 1965 Carpentier comienza un ciclo de conferencias en las universidades francesas. Un año más tarde, fue nombrado ministro consejero de la Embajada de Cuba en París, responsabilidad que asumió hasta su muerte, ocurrida en 1980. En 1972 se publicó en Barcelona El derecho de asilo y en 1974 ven la luz las novelas El recurso del método y Concierto barroco. 1974 fue también el año en que Carpentier escribió el prólogo de la colección de poemas de Pablo Picasso, publicada cuatro años más tarde por Gallimard. El 3 de enero de 1975, la Universidad de La Habana le otorgó el título de Doctor Honoris Causa y durante ese mismo año pasó tres semanas en Venezuela donde inició un ciclo de conferencias.

Ese ciclo incluyó las obras tituladas «Un camino de medio siglo», «Lo barroco y lo real maravilloso» y «Problemática del tiempo y el idioma en la novela latinoamericana». También en 1975, Carpentier fue galardonado con el Premio Internacional Alfonso Reyes en México y el Premio Cino del Duca. En 1978 obtuvo el Premio Cervantes 1977, la más alta distinción de las letras españolas, siendo el primer latinoamericano en alcanzarla. La recibió el 4 de abril de manos del rey Juan Carlos de Borbón. Ese mismo año, la editorial Siglo XXI publicó La consagración de la primavera y su novela El recurso del método llegó a la pantalla gracias al cineasta chileno Miguel Littin. En 1979 se publicó su última novela, El arpa y la sombra, tanto en español como en francés. En el mes de noviembre Carpentier obtuvo el Premio Médicis, concedido en Francia al mejor autor extranjero por El arpa y la sombra. Muere en París el 24 de abril de 1980.

Historia y escritura

Su obra está profundamente marcada por la realidad histórica de los países latinoamericanos. Carpentier, afirma Carmen Vásquez, “encontró la manera de convertir la historia americana en una novela. La historia americana es un tema romántico y, desde este punto de vista, él es el maestro de todos los que han escrito en nuestro continente y de todos los que van a escribir, porque fue él quien encontró la fórmula. Hay variantes, pero las raíces de ese árbol que es la gran literatura americana, son suyas"[6]. La novela El reino de este mundo, por ejemplo, narra los hechos históricos de la sociedad esclavista haitiana, su revolución y los desmanes del tirano Henry Christophe, quien tomó el poder en Haití en 1811. El siglo de las luces es también una novela histórica, cuya acción se sitúa en las Antillas en la época revolucionaria. Los pasos perdidos es el diario imaginario de un músico y traductor durante la segunda guerra mundial que intenta en vano huir de su época, mientras que Guerra del tiempo trata sobre la violencia y la naturaleza represiva del gobierno cubano en la década de 1950. En la novela Concierto barroco, publicada en 1974, la cultura americana y europea se entremezclan, el pasado vuelve al presente, con el Moctezuma de Vivaldi como telón de fondo, que fue la primera ópera europea sobre un tema americano. En El recurso del método (1974), que no ha de verse como una novela más sobre la dictadura, el narrador es el propio dictador. Ambientada en los primeros treinta años del siglo XX, evoca con precisión la vida cultural de París y la situación de las repúblicas dependientes en América Latina. Por su parte, La Consagración de la primavera (1978) propone un fresco histórico que va desde la resistencia cubana a la dictadura de Machado (que obliga al protagonista a exiliarse en Europa), pasando por la guerra de España, la segunda guerra mundial, hasta el sangriento régimen de Fulgencio Batista en Cuba que provocó la rebelión armada de Fidel Castro y sus guerrilleros. La novela termina con la victoria de Playa Girón, primera gran derrota del imperialismo estadounidense en el continente. El realismo histórico de estos textos está constantemente trascendido por la magia que transmiten el estilo poético de Carpentier y el barroquismo de su escritura.

Carpentier y la música.

El mundo de la música es omnipresente en la vida y obra de Alejo Carpentier, quien también fue intérprete, compositor, musicólogo y crítico musical. En 1917 cursó estudios secundarios y de teoría musical y en 1927 organizó conciertos de música nueva donde se presentaron, por primera vez en Cuba, obras de Stravinski, Malipiero, Ravel, Poulenc y Erick Satie. En ese mismo año, escribió el libreto de La hija del Ogro, acción coreográfica en un acto y tres episodios, con el músico Amadeo Roldán. También escribió Dos poemas afrocubanos. Marisabel y juego santo con música de Alejandro García Caturla. En 1927 hizo amistad con Heitor Villa-Lobos quien, según Carpentier, es «el mayor compositor que América Latina haya producido nunca, sin discusión alguna»[7]. En los años siguientes, colaborará en varias creaciones musicales. En 1928, escribió el libreto del ballet Yamba-Ó, tragedia burlesca basada en una leyenda de los negros antillanos (la leyenda de Sikanecoua), así como dos poemas coreográficos: Mata-Cangrejo y Azúcar. Ese mismo año escribió el libreto de otros dos ballets: La Rebambaramba, que tuvo gran éxito en su representación en París y El milagro de Anaquillé con música de Roldán; en 1929 produce Poèmes des Antilles con el compositor Marius-François Gaillard y la ópera Manita en el suelo, también con música de Roldán.

Carpentier frecuentaba también a los músicos más conocidos de su tiempo como Edgar Varèse, al que dedicó artículos como Varèse en vida y con quien colaboró para dos óperas, The One-all-alone (1927) y L'Astronome, (1928). Conoció en París a Manuel de Falla, Erik Satie y Ravel, y también se relacionó con músicos de una nueva generación como André Jolivet y Maurice Ohana. En 1932 compuso la cantata La pasión negra para el músico Marius-François Gaillard; en 1937, la música de Numancia, tragedia de Cervantes puesta en escena por Jean-Louis Barrault y en 1938, siendo director de programas en el Poste Parisien, presentó la ópera radiofónica El gran lamento de Fantomas, de Kurt Weill. También escribió la cantata para voz masculina Invocations con música de Darius Milhaud. En 1941 (del 17 de febrero al 5 de mayo), Carpentier impratió clases de Historia de la música en el Conservatorio Nacional de Música Hubert de Blanck, en La Habana. 

En 1942 escribió el ballet Romeo y Julieta, con música de Hilario González, y en 1944 investigó la obra de Esteban de Salas en la catedral de Santiago de Cuba. Mientras preparaba su ensayo sobre la música cubana (La música en Cuba), Carpentier colaboró con las revistas cubanas Conservatorio, Gaceta del Caribe y Orígenes. En 1951, en el diario El Nacional de Caracas, redactó la sección «Letra y Solfa» de la cual se conservan hoy una gran cantidad de artículos dedicados a la música, que fueron publicados entre 1951 y 1961. 

Entre la bibliografía del autor figura también la caudalosa compilación de artículos sobre crítica musical Ese músico que llevo dentro, publicada en 1980, justo después de la muerte del autor, y que reúne en tres tomos ciento ochenta y seis artículos sobre música escritos por Alejo Carpentier desde 1923 hasta 1977, agrupadas en cinco grandes partes:«Los hombres que hacen la música», «Musicología», «Música en la escena», «Reflexiones en torno a la música» y «Ensayos», con una selección de Zoila Gómez . 

                                                                     Foto de la autora

Toda la actividad creadora del autor cubano da fe del vínculo directo e indisoluble entre creación literaria y creación musical, entre historia, mito y literatura. Carpentier fue un hombre y un artista comprometido con su tiempo que gracias al poder de su palabra creadora sigue siendo hoy nuestro contemporáneo. Es por ello que a 121 años de su natalicio, por el gran valor de cuanto aportó a la cultura nacional cubana, americana y universal, sentimos el deber de recordar la inmensidad de su obra y de su ejemplo.



Referencias

*https://ramonchao.wordpress.com/2012/03/27/alejo-carpentier-asi-se-escribe-un-libro/

[1] Resumen realizado a partir de la biobibliografía de Alejo Carpentier, elaborada por Araceli García-Carranza.
En GARCIA CARRANZA, Araceli, Biobibliografía de Alejo Carpentier, La Habana, Letras Cubanas, 1984, y « Vida y obra ». Alejo Carpentier. Un hombre de su tiempo. Edición homenaje, Centenario del natalicio de Alejo Carpentier; La Habana, Letras Cubanas, 2004. 

[2] Jesús Guanche recuerda que «Los diferentes componentes étnicos conocidos con la denominación metaétnica lucumí, referido a un antiguo topónimo que señalan múltiples fuentes como Ulkumi o Ulkami condujeron a una falsa generalización de homologar esta denominación con la supuesta omnipresencia yoruba ».
En GUANCHE, Jesús, Africanía y etnicidad en Cuba, Los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones, La Habana, Ciencias Sociales, 2009, p. 116.

[3] Carmen Vázquez señala que "Carpentier escribió esa novela en pocos días, en 1927, durante un encarcelamiento por motivos políticos. Más tarde, exiliado en Francia, donde frecuentó los círculos surrealistas, reeditó su texto con esmero y no lo publicó hasta muchos años después, en Madrid. La novela pasó relativamente desapercibida, hasta el día en que, siendo ya su autor brillantemente reconocido, la crítica le atribuyó un formidable valor arqueológico, tanto más cuanto que el autor se opuso a su reedición. No lo consintió hasta 1979, adjuntando un prólogo explicativo destinado a situar la obra en el contexto en que había sido concebida y escrita". (Traducimos del francés). En Ekué-Yamba-Ó, traducido del español por René L.-F. Durand, seguido de Histoire de lunes, Paris, Gallimard, 1988, p. 9.

[4] El manuscrito de esta novela consta de 240 páginas. El primer capítulo, titulado «La conjura de Parsifal» fue publicado en el primer número de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, enero-abril; La Habana, 1975.

[5] Una nueva edición que incluye dos cuentos adicionales («Los fugitivos» y «Los advertidos») aparecerá en 1971. 

[6] Entrevista de Radio Habana Cuba a Carmen Vásquez, «Le privilège de travailler avec Carpentier», por Marie Dominique Bertuccioli en el sitio internet de RHC http:/www.radiohc.cu/frances/carpentier (Traducimos)

[7] En Alejo Carpentier: un hombre de su tiempo, La Habana, Letras Cubanas, 2004 (op.cit)

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