La Habana, 29 de abril de 2024
Estimados miembros de la Presidencia,
Compañeros y amigos,
La adopción en mayo el 1974 de la Declaración y el Programa de Acción para el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, marcó uno de los intentos más trascendentales de los países en desarrollo en función de proseguir la batalla por la descolonización.
Se trató de decisiones intergubernamentales, aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas a iniciativa y con el empuje del Grupo de los 77 y el Movimiento de Países No Alineados.
Con ellas, los países en desarrollo se propusieron comprometer a la comunidad internacional y en especial a los países capitalistas desarrollados, con principios, normas y acciones concretas en función de modificar el régimen de relaciones económicas internacionales, que se diagnosticaba ya como injusto, inoperante e insostenible.
Era un empeño justo y legítimo por empezar a romper las cadenas impuestas por cuatro siglos de colonialismo y neocolonialismo.
Fue sin lugar a dudas un resultado ambicioso e integral, cuando se valora entre las decisiones que las Naciones Unidas han adoptado a lo largo de su rica historia.
Es cierto que se caracterizaba por un enfoque reformista, no un compromiso revolucionario y raigalmente transformador. Pero el sentido anticolonialista y antimperialista de lo que se proponía era inocultable.
Una de sus virtudes era el papel central que asignaba a las Naciones Unidas en la implementación de lo dispuesto.
Los países capitalistas desarrollados sabotearon al Nuevo Orden Económico Internacional desde su nacimiento.
Bajo el liderazgo fundamental de Estados Unidos, impidieron consistentemente llegar a las decisiones necesarias para su implementación, limitaron la asignación de los recursos financieros requeridos y mutilaron la capacidad de acción de la ONU.
Desde mediados de la década de los 80 y, posteriormente, con la euforia y la desorientación que provocó el colapso del socialismo en Europa, las corrientes y políticas neoliberales lograron imponerse con dogmatismo mesiánico.